martes, 23 de diciembre de 2025

Entrevista a Death Yell respondida por Patricio 'Bala' (baterista de la formación original).



Háblanos de tus comienzos como músico y de la génesis de Death Yell

Mis comienzos como músico se remontan a cuando tenía unos 10 años. Fue en ese momento que empecé a escuchar a Kiss y con ellos me acerqué de lleno a lo que podríamos llamar el sonido más rockero. Antes ya escuchaba música, pero eran cosas que les gustaban a mis padres: Pink Floyd y bandas de ese estilo. A los once me metí de lleno en el metal y a los trece me regalaron mi primera batería. Empecé a tocar de a poco, hasta que en la época del colegio descubrí a Iron Maiden y Judas Priest. Fue en la enseñanza media cuando un amigo me comentó que dos guitarristas estaban buscando batero. Eso fue en 1986, yo tenía 15 o 16 años y así conocí al Pollo y al Pulga, guitarristas de lo que más tarde sería Death Yell.

En ese tiempo trabajaban con un bajista que salió rápido de la agrupación, pero yo fui a probarme y quedé de inmediato: al parecer les gustó cómo yo hacía las cosas. Desde ahí empezamos a tocar y a crear algunos temas. Hablo de fines de 1985... Luego buscamos vocalista y apareció Galleta, gracias a amistades en común. En ese momento también se sumó Felipe como bajista. Durante casi tres años nos dedicamos a ensayar sin tocar en público. La única excepción fue una Kermesse en el liceo Flemming, donde hicimos “Motorbreath” de Metallica. Esos fueron mis verdaderos comienzos con la banda. Yo fui fundador junto a los guitarristas, en una época en que recién descubríamos a Metallica (Kill ’Em All), Slayer (Show No Mercy), Anthrax y el Bonded by Blood de Exodus. Todo eso nos motivaba a seguir tocando con más fuerza. Después llegó Kreator y seguimos ensayando hasta que un día alguien nos mostró el Thy Kingdom Come de Morbid Angel. Yo llevé el demo a un ensayo y les dije: “tenemos que tratar de replicar esto”. En ese tiempo nos llamábamos Pestilence, pero al descubrir a los holandeses tuvimos que cambiar el nombre y así nació Death Yell. Decidimos darle un rumbo nuevo, con más velocidad. Recuerdo que yo quería tocar como Pete Sandoval. Así empezamos a evolucionar nuestro sonido. En esos años también nos marcó mucho Morbid Visions de Sepultura. Nuestro primer demo rescató bastante de ese material. Esa fue la primera etapa de la banda.

¿Cómo fue vivir como banda en el contexto social y político de ese entonces?

Empezamos la banda en dictadura, lo que significaba que casi todo teníamos que hacerlo escondidos. Nos llevaban detenidos por sospecha, nos apresaban por tener el pelo largo o incluso por estar dejándolo crecer. Había una represión constante contra nosotros: la policía nos detenía todo el tiempo. Recuerdo una vez, pegando flyers en la calle Irarrázaval junto a Atomic Aggressor; las dos bandas estábamos llenando la avenida de afiches y en Vicuña Mackenna nos detuvieron, obligándonos a sacar todo lo que habíamos pegado. Era un momento en que había que luchar contra todo: contra la represión, contra nuestros padres, contra nuestras familias…



¿Cómo era el ánimo antes de la grabación de Vengeance from Darkness?

Nosotros siempre fuimos muy buenos amigos, había una gran onda entre todos y eso fue una característica de la agrupación. Nunca hubo un líder, todas las opiniones eran respetadas y cuando aparecía algo nuevo lo decidíamos en conjunto. Creo que por eso funcionó tan bien 'Vengeance', porque ante todo éramos amigos, nos juntábamos a lesear, a compartir música y a crecer en un contexto donde todo era nuevo para nosotros, justo cuando el death metal recién aparecía.

Yo creo que fui el primero en Chile en hacer blast beats. En algún momento me fui del país y, cuando volví diez años después, eso se reconoció y me hizo sentir muy bien. Fuimos parte de ese movimiento que nacía en Florida y luego se propagó a Europa, y acá hicimos lo nuestro dentro del metal extremo. Nos encasillan mucho como black metal, pero nunca quisimos tocarlo, al menos en el momento de grabar el demo. Nuestra idea era hacer death metal técnico, o al menos intentarlo. Ninguno de nosotros había estudiado música, tocábamos de corazón no más.

Creo que también fuimos los primeros en Chile en incorporar teclados a nuestro sonido, totalmente influenciados por Morbid Angel en Altars of Madness. Yo era fanático de Morbid en ese momento y estaba muy metido en Death Yell, así que siempre quise teclados para las atmósferas, y creo que resultó muy bien. Hablo del año 1989, cuando nuestro deseo era hacer algo distinto, ser precursores, no repetir lo mismo. Todo estaba en pañales en lo musical, recién naciendo, pero teníamos claro que no queríamos hacer lo mismo que Sadism o Atomic Aggressor, que eran la rama más pura del death metal. Nosotros teníamos a Galleta, con una voz más aguda, lo que nos acercaba a cosas más parecidas a Kreator o Nocturnus. Sin saber mucho del tema, siempre quisimos emular a Atheist, que era muy técnico. Ese era nuestro deseo: algo más elaborado, con muchos cambios.

Algunas cosas nos salieron bien y otras no tanto, sobre todo en los tiempos, donde se notó que nos faltaba alguien que nos enseñara a hacer mejores cosas. Grabamos en un estudio excelente, pero los ingenieros no sabían nada de death metal en ese momento. Cuando grabé las baterías fui el primero en los turnos y había mucho nerviosismo: todo era desconocido, no sabíamos qué iba a pasar. Algunas cosas me salieron bien y otras mal; tuve problemas con las baquetas en las tomas del demo y eso quedó incluso en la grabación del segundo tema. Pero éramos muy jóvenes y al final el demo salió como salió no más…



¿Cómo resumes la experiencia, los recuerdos y los detalles de la grabación del demo, de la producción, las gráficas... de todo ese tiempo en general?

Fue algo increíble para todos. Éramos muy jóvenes, casi todos menores de edad y contra todo pronóstico logramos entrar a un estudio de grabación, lo que era un sueño en ese momento. No había mucho dinero, nuestros familiares nos ayudaron un poco, pero en mi caso tuve que vender todo: mi equipo de música, el Atari y otras cosas para poder pagar las sesiones. En la escena yo era el único que tenía batería de doble bombo. Esa batería —la misma que después me quitó el bastardo del Francisco Cautín de Torturer (ponlo por ahí)— se usó para grabar el demo de Death Yell, el de Darkness, el de Atomic Aggressor y el de Sadism. Esos cuatro primeros registros se hicieron con ella...

Recuerdo que la gente de Atomic se aparecía seguido cuando grabábamos nuestro demo. Éramos muy amigos de ellos, también de J.P. de Sadism. En general había mucha unión entre las tres bandas, aunque ellos ya habían empezado antes y nosotros entramos un poco después. Todos grabamos más o menos en la misma época, con diferencias de solo algunos meses. Eran tiempos en que había que hacer las cosas con cuidado, pero eso nos motivaba más: estábamos en contra del sistema, de los militares y su rechazo a nuestro movimiento. Había desaparecidos, gente perseguida… la dictadura era un tema mayor y también una motivación extra que se reflejaba en nuestras letras (al menos en parte)...

En cuanto a las gráficas, el Pollo se encargó de todo. Una vez llevó un bosquejo al ensayo, nos gustó y le dimos la tarea de hacerse cargo de ese aspecto. Él también diseñó el logo y cuando lo mostró quedamos impresionados. En la composición todos aportábamos: los guitarristas llegaban con riffs y entre todos armábamos las ideas. Yo colaboré bastante en 'Victim or Hangman' junto con Felipe. Grabamos en un estudio muy bueno, Procor, que era excelente. En esos años también había muchas tocatas en el Manuel Plaza, con Pentagram, Necrosis, Masacre… y se mezclaban con bandas como Tumulto. Después vino la Sala Lautaro, que se convirtió en nuestra sede: tocábamos ahí todos los fines de semana.

¿Qué opinión tienes del nuevo material de Death Yell?

He escuchado algunas maquetas, pero en eso no me meto mucho. Cada vez que vuelvo a Chile los veo, comparto con ellos, pero no participo en sus decisiones. Ahora me dedico más a ser el nexo para comprar cosas y llevarlas a Chile. A veces me piden opinión sobre sus bateristas y me mandan grabaciones para escuchar. Eso es todo.



¿Qué destacarías con respecto al split de 1991 con Beherit, mirando ahora hacia atrás?

Destacaría las gráficas, que las hizo Cristian (el Chino), un vecino mío. Cuando salió a la venta yo no estaba en Chile, pero me guardaron mis copias, menos mal. Estuve fuera del país por temas personales y ahí perdí todos mis contactos. Cuando volví a integrarme a la escena me di cuenta de que el split ya estaba publicado y eso me hizo sentir muy orgulloso. Lo tengo acá conmigo, es parte de mi vida y de mi colección.



¿Cuáles fueron las verdaderas razones de la separación de Death Yell en 1991?

Lo primero que debo decir es que pasé por una etapa de drogadicción muy fuerte y dejé de poner atención a la banda. Los dos guitarristas entraron a la universidad y al final cada uno siguió su camino. En realidad, entre el Pollo y yo éramos el motor de la banda, pero en ese momento no había quién nos empujara. Esto es lo que puedo contar desde mi visión; sé que ellos tienen otras razones. Mi cabeza estaba en otro lado, de hecho me fui de Chile por esas mismas razones y todo eso desencadenó el fin de Death Yell. Una lástima, porque creo que deberíamos haber seguido...

¿Qué les dirías a tus ex compañeros y a los fans después de todos estos años?

Me gustaría que la banda siguiera haciendo música, pero retomando lo que realmente era Death Yell: algo brutal, no tan elaborado, con un sonido sucio y visceral, pero también con atmósferas. Como te decía, nos clasifican como black metal, pero nunca quisimos eso; salió solo, quizás por la rapidez...

A la gente que escucha el demo le diría que vea la evolución de Death Yell. Pero sí, sería ideal y un sueño que la banda volviera a tocar ese raw death metal de antaño, distorsionado y sucio…



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