lunes, 15 de diciembre de 2025

La Noche Oscura del Alma



-'Cualquiera puede ver un relámpago, pero no cualquiera puede ver que se trata de electrones moviéndose a velocidades increíbles, liberando energía en forma de luz y calor. El proceso de discernimiento y entendimiento de esta situación es logrado mediante el estudio de lo oculto'.- En la noche oscura del alma, el simple acto de existir se vuelve insoportable. No por un dolor concreto, sino por una razón honda y difícil de nombrar. Te observas viviendo la rutina y ese gesto, aparentemente inocente, se convierte en desgarradura. Lo que antes transcurría con pasiva naturalidad hoy se transforma en un proceso doloroso, en un recordatorio constante de la fragilidad del sentido. Hablar, socializar, trabajar, ya no son gestos automáticos, sino rituales vacíos que se contemplan desde afuera. La conciencia, que alguna vez se creyó un don, se revela como una carga ardiente. No es decepción ni tristeza, sino la lucidez que irrumpe sin permiso y desnuda lo que antes permanecía oculto bajo el movimiento constante de la existencia. Descubres que mucho de lo que hacías no nacía de necesidad, sino de una costumbre absurda, heredada de una inercia colectiva que nadie cuestiona. Quien atraviesa este umbral no está deprimido, está lúcido. Pero esa claridad hiere, porque revela que los pilares sobre los que descansaba tu existencia eran débiles y frágiles. Lo que ayer parecía importante hoy es apenas ruido y el futuro deja de ser promesa para convertirse en prolongación del vacío. A esta lucha interna es a la que se refiere el satanismo y que hace referencia a la montaña empinada, al abismo, a enfrentarte contigo mismo y ver lo mejor y lo peor en una macabra realidad, a superar ese golpe que enmudece, al miedo que paraliza, a la disolución del ego al enfrentarte con el lado oscuro de la conciencia y a los arquetipos, a la batalla interior descarnada y violenta que supera con creces una frase maligna sacándote una selfie o el vestir una polera negra con una calavera en un concierto de rock. Desde afuera pareces uno más: sonríes, apruebas el piloto automático, actúas como si nada hubiese cambiado. Pero dentro se ha producido un giro irreversible. El mundo se convierte en una escena distante y cada gesto es observado, cada emoción registrada con precisión fría, anulando la espontaneidad. Ese cansancio no es rechazo a la vida, sino a la superficialidad con que la mayoría la habita. Es el agotamiento de quien ha visto la estructura vacía detrás de los rituales sociales. No conduce al descanso, sino al silencio: un instante en que la existencia no exige nada. Mientras el mundo sigue girando con su bullicio, algo se ha detenido en tu interior. Esa pausa es rebelión y abismo, porque al dejar de moverte al ritmo del entorno surge la pregunta dormida: ¿cuál es el propósito?. No como grito desesperado, sino como voz persistente que marca el inicio de una transformación. El alma despierta y percibe la fragilidad de todo lo que la rodea. Se revela la ilusión del orden aparente y la claridad obliga a mirar la vida sin adornos y, a menudo lo que se ve es doloroso: un tránsito sin instrucciones en un espacio inmenso. La ausencia de propósito no es tragedia, sino señal. Es el umbral hacia el sendero de la mano izquierda, hacia la exploración de lo desconocido. Quien llega a este punto ya no busca el consuelo de las respuestas rápidas ni las promesas vacías de lo mundano. El cansancio proviene de otorgarle a la vida un sentido que tal vez no esté en tu habitat y ese momento marca el dejar de correr detrás de una explicación monentánea, es un proceso en el que la vida es la misma pero no su mirada. La conciencia se transforma en una presencia mediante una metamorfósis no exenta de consecuencias. Lo que sigue no es alivio inmediato, sino un viaje a lo más profundo del ser. La vida no está hecha para ser descifrada y contada en un blog o en tik tok, sino experimentada por lo más hondo de tu ser, el cansancio es entonces un testigo mudo de la transformación, entregándote profundidad, la fatiga no es signo de debilidad sino una consecuencia por haber sentido demasiado, de haber pensado mas allá de lo permitido, es el precio de la lucidez y la bienvenida a un camino en el que tú y solo tú eres el artífice del propio ser.


0 Comentarios:

Publicar un comentario